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«Yo recuerdo a los hombres en el momento mejor de su caída», dice un verso del poeta Emilio García Montiel. Justo esa divisa rige El sueño y la realidad, un ejercicio virtuoso de reconstrucción histórica, documental y afectiva que presenta de modo minucioso los pormenores del éxodo de los beisbolistas cubanos posterior a 1959. En ocasiones reportero, en ocasiones cronista, en ocasiones un escrupuloso rastreador de archivos, Francys Romero retrata de manera ambiciosa a través del béisbol uno de los temas centrales de la cultura nacional, los principales conflictos dramáticos del país: el encierro, la férrea presión de las doctrinas políticas, la fuga, el exilio, el trauma de la separación de las familias, el peso de la distancia física, la soledad del desterrado. Por aquí desfilan talentos de primer, segundo y tercer orden, prospectos frustrados, figuras estelares, leyendas de las Grandes Ligas y la Serie Nacional, jugadores promedio o venidos a menos… Este libro disecciona la anatomía del fracaso, le toma el pulso al cuerpo prodigioso, pero tantas veces anónimo de la derrota, y su belleza estriba en que realiza esa operación con una delicadeza y comprensión proverbiales. --Carlos Manuel Álvarez
Gótico imaginal consigue, a partir de la combinación de exámenes de caso y revisiones historiográficas, articular tradiciones lingüísticas y culturales diversas (desde el sánscrito, el hindi o el japonés del siglo XVIII hasta el inglés del milenio que corre) bajo un código común; ese que emerge de la capacidad humana para comunicar las ambigüedades que nos hacen más vulnerables, los temores y terrores, los credos traicionados, las zonas a veces inevitablemente peor guardadas del individuo y sus comunidades. José Ricardo Chaves advierte y analiza en este libro parte del patrimonio estético y discursivo que ha dado forma y voz a la androginia y el hermafroditismo, a las prácticas y doctrinas esotéricas y rosacruces, a la imaginería del vampirismo y lo gótico. Entre conocidos y olvidados, obras de Virginia Woolf, Gustav Meyrink, William Butler Yeats, Mary W. Shelley, Jeffrey Eugenides, Yukio Mishima, Ueda Akinari, Hans Heinz Ewers, Franz Hartmann, Arnold Krumm-Heller, entre muchos otros, son convocadas aquí como ese dominio donde sexualidad, extrañeza, monstruosidad, eros y horror se cruzan en la palabra y, a veces, en la aspiración a la belleza.
Frank Guiller logra captar en un espacio común lo acomún mismo, aquello que somos cuando todos, judíos o no, nos convertimos en zombis, es decir, documentos de cultura y barbarie.
"Antes que la frágil relación literaria, antes que la coincidencia en el tiempo de un día y en el espacio de un momento, antes que la amistad a secas y que las ficcionalizaciones de esa amistad con el autor Roberto Bolaño, lo que une la selección y el hilado de los textos en este libro es el quiasmo. Ante Bolaño y su obra, la mía ha sido la apuesta de un lector aventajado por las circunstancias de la amistad, las extranjerías y el oficio mismo. Los textos que conforman esta selección cubren veinte años de diálogo y lectura de la obra de Bolaño y sus circunstancias. En ellos el lector no encontrará tesis acabadas ni formatos académicos al cual sujetar las ficciones y poéticas del autor de 2666, sino más bien líneas y notas de lectura. La imagen, se me ocurre ahora, es la del comentario que encontramos al margen de una página o el subrayado de una frase que gatilló en otro la iluminación del texto que tenemos al frente." --ROBERTO BRODSKY"Querido Brodsky: Hace un rato, solo y en la noche muy lejana del barcelonés barrio del Coyote, donde vivo, he regresado por una vía impensada a esos últimos días del pasado siglo, de los que probablemente nunca salí. Y he vuelto a Chile, a Valparaíso, a aquel fin de milenio en la terraza inagotable del Brighton, ya sabes: donde la pólvora. He vuelto a aquella madrugada en la que hablamos hasta el amanecer del amigo común al que tanto admirábamos: Roberto Bolaño. Hacía sólo cuatro años que había publicado Estrella distante, un puntal imprescindible de su obra, pero de lo que en gran parte hablamos aquella madrugada fue sólo de una incógnita: nos preguntábamos si sus poemas, sus novelas, sus cuentos no surgían de vivir en un espacio que no era el suyo y que percibíamos duro, a pesar de los días gloriosos en los que el amigo se había sumergido." --ENRIQUE VILA-MATAS
El conjunto de ensayos de la profesora Silvia Mancini que aquí presentamos constituye una rigurosa puesta en escena de los principales retos a los que la historia de las religiones, en particular, y las ciencias de las religiones, en general, deberán enfrentarse. Partiendo de un análisis de los usos históricos del concepto de «religión» y pasando, entre otros tópicos, por una revisión exhaustiva de los desafíos teóricos del comparatismo cultural, por el debate en torno al historicismo, y por una caracterización de los temas presentes en la escuela morfológica alemana, este libro ofrece además un novedoso abordaje a nivel conceptual. Abordaje que, debido a su carácter vinculante y orgánicamente interdisciplinar, permitirá a la autora someter a crítica, desde la epistemología y la historiografía comparadas, las teorías, métodos y prácticas de las ciencias de las religiones en Alemania, Francia e Italia.
En Akutagawa, la necesidad del aislamiento se vuelve lectura y esta, escritura. Aislarse para leer y escribir; leer y escribir para aislarse y amparar así un sistema nervioso que lo desbarata. Una escritura, en última instancia, percibida como imposibilidad, sufrimiento y fracaso («Cuando escribo voy punto por punto, momento a momento. Si salto una etapa, me trabo. Y no puedo seguir. Si me fuerzo, algo sale mal. He de permanecer alerta. Pero por muy alerta que esté, ocurre que a menudo lo que quiero decir se me escapa. Ese es mi problema.») Una escritura en que ficción es mentira y esta un intento último, sobrecogedor, de acercarse a la verdad. ¿Cuál es la verdad? En una nota manuscrita que dejó Akutagawa al margen del original de su Juventud de Daidoji Shinsuke, dice: «Mi tragedia fue intentar la grandeza y encontrar mi pequeñez.» Tal vez Akutagawa vio cuando se moría que aquello no era trágico sino más bien algo cuyos términos sencillamente había que invertir. --JOSÉ KOZER (Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda)
"La obra del poeta cubano Roberto Friol se define entre dos maneras de asumir la Caída: por un lado, el explorar los límites de la condenación y, por el otro, la posibilidad de un renacer agraciado. Esta poética que encuentra su verdad en el dilema, desde la impersonalidad de la entrega cristiana, fluctuará pendularmente hacia la conciencia de que la exploración interior en busca del autoconocimiento de ninguna manera termina en el hallazgo de un yo esencial, sino en el difuso entrever de un centro que, con el mismo impulso con que alcanza a delinear sus contornos, se diluye. La presente antología intenta fijar la imagen de un poeta impresionante que, en medio del entusiasmo utópico, vuelca su interioridad a un diálogo personal y tirante con Dios, atrinchera su yo poético en la seguridad imponente que marca la distancia." --Ibrahim Hernández OramasRoberto Friol (1928-2010). Poeta, ensayista e investigador. Una de las voces más destacadas de la poesía cubana de la segunda mitad del siglo xx. Publicó los poemarios Alción al fuego (1968), Turbión (1988), Gorgoneion (1991), Kid Chocolate (1991), Tres (1993), Tramontana (1997) y Zodíakos (1999). Fue además un destacado estudioso del siglo XIX literario cubano. En esta zona de su obra destacan Suite para Juan Francisco Manzano (1977) y ediciones críticas de Tristán de Jesús Medina, Cirilo Villaverde o Francisco Calcagno. Obtuvo en 1998 el Premio Nacional de Literatura de Cuba.
"En un breve diario que titula Moleskine Sergio Pitol, Gerardo Fernández Fe desarrolla un encuentro muy personal con las novelas y los cuentos del escritor mexicano, emparentándolo por etapas con lecturas de otros autores que hace en sus noches de insomnio, aprovechando su desvelo para relacionarlo con ellas, y comunicándose con el autor con quien comparte ese instante de lucidez máxima, en el oscuro instante de la noche" --Reina María Rodríguez (Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 2014)Gerardo Fernández Fe (La Habana, 1971). Narrador, ensayista y traductor. Sus obras más conocidas son las novelas La falacia (1999) y El último día del estornino (2011) y los ensayos Cuerpo a diario (2007) y Notas al total (2015). El volumen Tibisial (Rialta Ediciones, 2017) reúne toda su poesía escrita hasta el momento. Ha traducido al castellano textos de Roland Barthes, Gilles Deleuze, Antonin Artaud, Emil Cioran y Denis Roche, entre otros autores.
"A diferencia de Utopía, la isla prodigiosa que se desea y es un sueño, St. Louis y todos los lugares de este blues siempre han estado presentes sencilla y abrumadoramente. Aquí no se inventa nada, ni se desea lo inencontrable. St. Louis Blues afirma la inmanencia de la vida, describiendo, con palabras discretas y casi dolorosas, esos secretos con que esta va construyendo su evidencia: nuestros encuentros, nuestras pasiones, nuestras soledades, todo aparente, pero inasible; todo resonante pero incomprensible. Esta inmanencia nos rodea y también nos invade; pero ¿qué sentido tiene? Laura Demaría nos ofrece una narración de permanente suspenso: no duda que lo existente tenga sentido; pero ¿dónde está?, ¿qué cara tiene?, ¿es el lugar donde estoy y el ostro que veo en el espejo?, ¿o son también los lugares de los otros y sus pasiones? ¿Hay una respuesta? Con una sabiduría gozosa, esta narración recorre estas supremas preguntas." --Jorge Aguilar Mora"«Siento que escribo en miniatura», escribe la narradora de St. Louis Blues. Y esta cualidad, esta «prosa chica», como dice enseguida, tiene la virtud de hacernos escuchar el ruido de fondo que traen las grandes marejadas, un rumor maligno, pero también regenerativo, que limpia lo que toca. El tiempo, aquí, actúa con una elegancia sin derecho a réplica, y cada cual acepta su derrotero sin rencores ni venganzas, por trágico o banal que sea el lugar que ha de ocupar al final del trayecto." --Roberto Brodsky
A través de una suerte de ritmo privado que pretende transformar «palabras en silencios», la poesía de Guadalupe Galván intenta la reordenación de lo cotidiano: una familiaridad con las cosas del entorno que sobre todo borronee cualquier atisbo de sentido legible por sí solo en el conjunto de lo que llama una «canción definitiva». Por esta razón, Lumbre trata de modular sus registros en un presente absoluto o, más bien, de integrar toda rememoración a la corriente de ese presente en que los fenómenos se ordenan y armonizan. Sin embargo, contrario a lo podría pensarse, la dicción de estos poemas, pese a la razón que parece atenuar toda pulsión de memoria, se sostiene en un equilibrio que participa y se complementa en la enunciación de los tonos melancólicos del paisaje.
Este libro es resultado de un proyecto de investigación del autor registrado en el Programa para el Desarrollo Profesional Docente para el Tipo Superior (PRODEP), en México, que se propuso como objetivo inicial estudiar obras que iniciaron una apertura estética o que instauran un nuevo lenguaje en el panorama de la literatura chilena de fines del siglo XX. En consecuencia, se examina un grupo de propuestas literarias surgidas durante la dictadura militar chilena (1973-1990), con la voluntad de entender el posible vínculo entre la situación histórica y el espacio literario. Partiendo de la afirmación de su carácter vanguardista, experimental o «de avanzada», el análisis se concentra en tres obras: La nueva novela de Juan Luis Martínez, Anteparaíso de Raúl Zurita, y Lumpérica de Diamela Eltit. Temas como la tensión del intelectual con el poder, el impacto de la dictadura en los discursos estéticos y la relación del escritor con la tradición recorren este libro que, en definitiva, alcanza a esbozar un panorama de uno de los momentos más espinosos, polémicos y exuberantes de la tradición literaria chilena.
Como buen celador de museo me interesan menos las obras que su disposición. Así que ejerzo menos la crítica literaria que la biografía. Evito así, ante la obra literaria, el comentario deportivo de televisión que narra la jugada como si los televidentes estuvieran escuchando radio. Me intereso menos por la intransferible obra de cada escritor que por sus figuras. Biografía es estudio de espacio, y las páginas de El libro perdido de los origenistas se ocupan de eso que ha dado en llamarse la «posición del escritor»: proponen, aunque desdibujada, una ética.En un poema que narra una partida de ajedrez (y la relación) entre Rimbaud y Verlaine, Conrad Aiken escribió estos versos: «And all reported by a later lackey,/ Whose virtue is his tardiness in time». Las páginas de este libro se ocupan de Martí y de Casal, de Piñera y de Lezama Lima, de Vitier y de Diego. Y, menos hermosamente dicho que en Aiken, todo ha sido relatado por un lacayo ulterior, cuya virtud es su tardanza en el tiempo.A. J. P.Antonio José Ponte (Matanzas, Cuba, 1964). Ha publicado poesía, ensayo, cuentos y novela. Ha trabajado como ingeniero hidráulico, guionista de cine y profesor de literatura. Reside en Madrid desde 2007. En 2005 la editorial Anagrama publicó su novela La fiesta vigilada; sus cuentos aparecen recogidos en Un arte de hacer ruinas y otros cuentos (Fondo de Cultura Económica, México, 2005).
No es imposible considerar Los años de Orígenes como la última obra maestra del origenismo. La reducción y el reverso al que es sometido el discurso origenista equivale a ponerlo a mirar de frente hacia el abismo que se abre ante sus límites. Re-encarnar esa «habla fantasmal» en los cuerpos físico y social, re-conectarla con las estructuras psíquicas, textuales y lingüísticas, supone suplir las «deficiencias» del origenismo mediante la apropiación de los discursos del psicoanálisis, la sociología, el budismo y la reflexión sobre el lenguaje y la significación. Relatar, pensar, testificar los años de Orígenes se vuelve en este libro un escribir desde la suspicacia, desde la problematización de la identidad personal y de la experiencia, desde un cuestionamiento de la condición de posibilidad de la narración y el testimonio, desde el recelo ante la opacidad del lenguaje y la conciencia. Es así como el alcance de esta crítica no se agota en el juicio ante el tribunal de la razón al que es llevado el discurso de Orígenes, sino que levanta la base sobre la que se erige la escritura de madurez de Lorenzo García Vega.
Lo propio de la contemplación, escribe Pavese en su diario hacia finales del año 1937, es agarrarse al sentimiento difuso y vivaz que surge en nosotros al contacto con las cosas. Travelling enuncia la tragicidad proveniente de ese imposible distanciamiento: la incapacidad de una existencia práctica. La nota nostálgica de estos fragmentos proviene entonces de un tortuoso suspiro frente al presente; negación constante, resistencia del sujeto sentimental frente a los mecanismos o propiedades de las cosas, lo que desemboca en narración de la pérdida. Aunque, pudiéramos pensar, el fondo negro que se presiente no ahoga la escritura, debido a un deseo constante de naturaleza. La voz prueba su fortaleza en la huida contenida en cierto impulso salvaje, depravado, algo así como el gesto grotesco del niño que se sabe inmortal porque no ha entrado a la historia. Travelling, publicado originalmente en 1995, es el primer libro de narrativa de Reina María Rodríguez.Reina María Rodríguez (La Habana, 1952) es una de las voces más importantes de la poesía cubana contemporánea. Entre sus libros de prosa y poesía se encuentran: Para un cordero blanco (1984), En la arena de Padua (1992), Páramos (1995), Te daré de comer como a los pájaros (2000), Variedades de Galiano (2007) y Otras mitologías (2012). Ha recibido en dos ocasiones el Premio Casa de las Américas, el Premio de la Crítica Literaria en Cuba, la Orden de Artes y Letras de Francia con grado de Caballero (1999), el Premio Nacional de Literatura de Cuba (2013) y, un año después, el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda. Dirige en La Habana el prestigioso espacio de promoción de la literatura y proyecto editorial Torre de Letras.
En Satori, su autor, Felipe Ríos Baeza, no cuenta todo, ni todo lo contado es cierto. Son cuentos, estirando mucho la definición del género. El primero, en efecto, se empezó a gestar en 1994, un día de canícula en Santiago de Chile, y el último lo terminó en la punta de un cerro de Querétaro, en febrero de 2018. Son treinta relatos breves en los que descubrimos, en un lapso de cuarenta años, el periplo viajero y mental de un escritor que reflexiona sobre su oficio y que, además, muestra lo que de su pluma va brotando. Todo ello enmarcado en las distintas iluminaciones que, al modo zen, ese viaje hacia atrás y hacia adelante le va proporcionando: caminatas, trayectos de metro, (des)encuentros sentimentales, escrituras privadas.En uno de los relatos hay una verdad absoluta: el cuerpo puede situarse en un tiempo y la mente en otro, constatando que habitamos un puro presente. El satori, en el budismo, quiere regalarnos justo esa revelación.Felipe Ríos Baeza nació en Santiago de Chile, en 1981. Es escritor, periodista y doctor en Literatura. Se ha desempeñado como profesor e investigador en varias instituciones de educación superior, en materias de literatura, cine, filosofía y estética y arte, y es colaborador habitual de Rialta Magazine, entre otras publicaciones. Es autor de la novela Clowns (2016), del volumen de ensayos El desvarío ilustrado. Ensayos de narrativa hispanoamericana contemporánea (2014) y de una decena de libros críticos dedicados a escritores recientes, como Roberto Bolaño, Enrique Vila-Matas, César Aira, Juan Villoro, entre otros.
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