La Bandera del Templo de San Francisco

"El hombre no es más que un junco, el más débil de la naturaleza, pero es un junco pensante", supo decir el matemático y filósofo francés Blaise Pascal. El hombre, metafísicamente, es tanto objeto (una cosa, v.gr.: un junco) como sujeto (mente, pensamiento, consciencia). Puesto que sabe de su miseria, sabe también sobre su grandeza. Esta paradoja, que amplifica, pero no resuelve los contrarios, se extiende a la potencialidad de sus actos pasados y futuros, y complejiza aún más la posibilidad de recrear la Historia, su Historia.
Para algunos hombres, refugiarse en el pasado es un modo placentero y escéptico de gozar sobre las ruinas de los empeños y pasiones humanas, mientras que para otros, una manera de huir de las contrariedades del presente. Cuando se trata del pasado, de nuestra Nación Argentina, ambas actitudes se hacen dificultosamente reconciliables. Tal vez, esta simultaneidad sea un escollo para el debido distanciamiento que impone el estudio de la historia, cuyo compromiso excede a los claustros académicos y a los encargados de indagar sobre sus innumerables relaciones; y alcanza a la comunidad toda, consciente de su propio pretérito.
Juan Pablo Bustos Thames, responsable de la presente obra, se hace eco, pues, de los deseos de muchos tucumanos de arraigar fértilmente en su pasado común, de comprenderse a sí mismos. Como buscando una clave y protagonistas, más que un conocimiento y sucesos, encara, en las siguientes páginas, un relato de la historia de la "Bandera del Templo de San Francisco"; célebre insignia enmarcada en un cuadro, que colgaba sobre la pared lindera con la sacristía, a la derecha del Altar Mayor del Templo de San Francisco, en la ciudad de San Miguel de Tucumán.